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adoracion eucaristica en chileEra el otoño de 1916, los pastorcitos de Fátima apacentaban su rebaño. Después de la comida se pusieron a rezar precisamente en el lugar donde el Ángel se les había aparecido la primera vez. Estaban rezando la oración que él mismo les había enseñado, arrodillados con la frente sobre la tierra, cuando vieron aparecer una luz. Alzaron la vista y vieron por tercera vez frente a ellos al Ángel…

“tenía en la mano izquierda un Cáliz, sobre el cual había suspendida una Hostia, de la que caían unas gotas de Sangre dentro del Cáliz. El Ángel dejó suspendido en el aire el Cáliz, se arrodilló junto a nosotros, y nos hizo repetir tres veces.

– Santísima Trinidad, Padre, Hijo, Espíritu Santo, os ofrezco el preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, presente en todos los Sagrarios de la tierra, en reparación de los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con que El mismo es ofendido. Y por los méritos infinitos de su Santísimo Corazón y del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores.

Después se levanta, toma en sus manos el Cáliz y la Hostia. Me da la Sagrada Hostia a mí y la Sangre del Cáliz la divide entre Jacinta y Francisco (14), diciendo al mismo tiempo:

– Tomad y bebed el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, horriblemente ultrajado por los hombres ingratos. Reparad sus crímenes y consolad a vuestro Dios.

Y, postrándose de nuevo en tierra, repitió con nosotros otras tres veces la misma oración: «Santísima Trinidad… etc.», y desapareció.

Nosotros permanecimos en la misma actitud, repitiendo siempre las mismas palabras; y cuando nos levantamos, vimos que era de noche y, por tanto, hora de irnos a casa.”

Memorias de la Hermana Lucía, pp. 79
Compilación del P. Luis Kondor, SVD
Introducción y notas del P. Dr. Joaquín M. Alonso, CMF (†1981)
ISBN: 978-972-8524-22-7

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